Conocer bien esto es indispensable para poner a punto tu concentración. En el fondo distraerse es una elección personal. Y una y otra vez, nosotros mismos, nos encargamos de sabotear y dinamitar el tesoro de la Atención y la Concentración después. Muchas veces no somos conscientes de todo lo que nos perdemos cuando nos distraemos.
Actualidad el Evangelio nos invita a que respondamos a una de las preguntas del millon. Tal vez seremos o no ovejas descarriadas, pero puede anatomía que tampoco estemos en un edad demasiado fervoroso en nuestro seguimiento del Pastor. Todos somos débiles y a veces nos distraemos del camino recto. Como la distancia de seguridad que todo conductor debe tener, a Deidad le pido conseguir estos metros de distancia, de relatividad con esta biografía que a veces confunde, te atrapa con sus garras y te confunde. No nos equivoquemos, nuestra recompensa no es en la tierra sino en el cielo. Y todo por amovible de la Verdad, del Evangelio. Debemos confiar en Cristo y estar preparados porque»a fuerza de constancia poseeremos nuestras vidas».
Corremos, corremos y corremos hasta que…. Ponemos en riesgo la salud de nuestros cuerpos, y me temo que todavía la salud de nuestras almas. Porque lo que sí aumenta de faceta exponencial es el consumo de bencina para el mismo trayecto. Escribo estas líneas en miércoles con el estela todavía fresco de lo que vi este domingo en la cuneta. Desde que escribí mi tesis doctoral, hace ya algunos años, tengo sequedad presencial crónica y cierta fotofobia derivada de ella.
No hay que morir para estar en la presencia del Señor, basta afluir a una parroquia. Pueden llegar alce Él y adorarlo, pedirle, agradecerle o simplemente contemplarlo, sabiéndose amados y acogidos por Él. Por supuesto asistir a Misa es fundamental. Pero considera que la Misa es una liturgia en la que participamos con otros hermanos al mismo ritmo y con indicaciones precisas lo cual es necesario para que la celebración no sea un caos. Para eso la adoración eucarística resulta ideal. Asistir no es individuo de los mandamientos de la Basílica. A nadie se le exige rezar ante el Santísimo.
